La desmotivación tiene un lado que no siempre se deja ver con facilidad, y esto puede llevar a la confusión sobre lo que se está sintiendo; y tras ello, a una serie de conductas inadecuadas.
Sin embargo, al descubrirse el trasfondo de una desmotivación, el panorama se torna más claro. Y donde hay claridad, hay respuestas constructivas.
Para conocer más acerca de la relevancia de conectar con aquel estado de desmotivación que puede llegar a visitarnos, en esta primera fecha de Somos EPA te compartimos el presente diálogo.
La desmotivación y su trasfondo forma parte del programa de autoayuda «Doce mensajes». Se trata de una secuencia de artículos escritos como una conversación entre dos amigas, donde se abordan temas relacionados con el comportamiento; para sensibilizar, reflexionar y pasar a la acción.
La desmotivación y su trasfondo
Suena el teléfono en la casa de Zoe
Ring, ring…
«Hola, en este momento no puedo atenderte, pero deja tu mensaje después de la señal y tal vez, te responda. Bye»… Pip
Raquel: Hola Zoe. ¿Cómo te encuentres? Hace días que no conversamos, y ayer tampoco asististe a la clase de baile. Creo haberte visto el jueves pasado cruzando por el parque. Corrí con dirección a ti e iba pronunciando tu nombre; pero, no volteaste ni te detuviste. Mmm, soy tu amiga, siempre recuérdalo por favor. Cuídate.
Zoe: Aló, aló. No cortes, por favor. ¿Raquel, sigues ahí?
Raquel: Aquí estoy, Zoe.
Zoe: Discúlpame por seguir de largo ese día. Solo quería llegar a mi casa y sumergirme en la TV.
Raquel: ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?
Zoe: No sé si alguien pueda ayudarme, pues ni yo misma entiendo que me sucede. Me siento sin ganas y ya ni me esfuerzo en hacer las cosas, simplemente las hago y punto.
Raquel: Bueno, ¡Puedo escucharte! Por supuesto, si deseas hablar sobre esto.
Zoe: Es que no existe un sobre esto. (Elevando la voz) ¡Es todo! Es decir, me levanto porque debo, voy al trabajo porque debo, cumplo órdenes porque debo y ya estoy cansada. (Con voz sentida) Discúlpame por alzar la voz. Creo que mejor corto…
Raquel: ¡Espera Zoe! Sólo respóndeme esto: Si antes disfrutabas de lo que hacías, pero ahora te sientes así; ¿No crees que algo tuvo que ocurrir para que estés desmotivada?
Zoe: ¡No estoy desmotivada! La desmotivación es para los débiles y yo soy fuerte.
Raquel: ¡Zoooe! No estoy de acuerdo en la asociación que haces entre la desmotivación y la debilidad. Además, en la persona, la fortaleza no radica en privarse de experimentar las propias emociones, sino en saber manejarlas. Pero para ello, la persona debe permitirse sentir y reconocer aquello que está sintiendo.
Zoe: (En silencio).
Raquel: ¿Cuándo empezaste a notar que perdías las ganas de hacer las cosas?
Zoe: ¡Ah!, quizás hace tres semanas.
Raquel: Ocurrió algo en esos días o los días previos.
Zoe: Mmm. Hace tres meses me encargaron un proyecto en el trabajo y me dediqué de lleno a desarrollarlo. Realmente, yo estaba contenta porque era un reto profesional. Después de mes y medio de preparación, presenté el proyecto y fue aprobado con sobresaliente.
Raquel: ¡Felicitaciones!
Zoe: ¡Ju!, pero al día siguiente me retiraron del proyecto, sin darme ninguna explicación válida. Y en mi reemplazo colocaron al ahijado del subgerente. Cuando me enteré, sentí mucha indignación y cólera. Aun así, no dije nada. Intenté sobrellevar la situación; no obstante, en estas últimas semanas, sinceramente, ya me da lo mismo.
Raquel: En verdad, ¿Te da lo mismo?
Zoe: (Elevando la voz) ¡Nooo!, siento muchísima cólera; no tanto por el proyecto en sí, sino porque me siento utilizada y poco valorada. Ahora pienso «para qué esforzarme».
Raquel: ¿Era un sobresaliente proyecto?
Zoe: Si, así lo calificaron.
Raquel: Y ¿Quién hizo ese proyecto?
Zoe: (Con un tono alterado en la voz) ¡¿Qué?! ¿No me estás escuchando?, ya te dije que yo lo hice.
Raquel: (Manteniendo la calma) Si tú hiciste un sobresaliente proyecto, eso quiere decir que eres una sobresaliente profesional y por tanto, muy valiosa en tu campo. Entonces, no dudes ni por un segundo en tus competencias. De igual manera, tampoco permitas que otras personas te hagan sentir utilizada, quién quiera que sea. Y mucho más importante todavía, no hagas que tu sentir dependa de lo que otros digas o hagan en relación a ti. Cómo desees sentirte tú, únicamente depende de ti.
Zoe: (Con voz sentida) ¡Ay, Raquel! Cuanta paciencia tienes conmigo. Con tus palabras estoy reconociendo que efectivamente me dejé afectar por aquella situación. La cual no afronté. Asimismo, acepto que sí me siento desmotivada. Ciertamente; mi desmotivación empezó cuando sólo dejé pasar lo ocurrido; y sin darme cuenta, ésta poco a poco se ha ido extendiendo, llegando a traspasar por mucho las paredes del trabajo. Gracias, amiga.
Raquel: Me da gusto haberte podido ayudar. Aunque hay una cosa más que quiero decirte.
Zoe: ¿Qué cosa?
Raquel: La clase de ayer estuvo extremadamente entretenida.
Zoe: Jajaja y me la perdí.
Raquel: Qué te parece si vienes hoy a almorzar con Perla y conmigo, pasamos un domingo agradable y además, te enseño la coreografía que practicamos.
Zoe: Suena divertido. ¿Está bien si llego al mediodía?
Raquel: Sí, claro. Hasta entonces.
Zoe: Hasta entonces y una vez más, gracias.
Raquel: Tengo una idea de cómo puedes agradecerme.
Zoe: ¿De qué manera?
Raquel: Trayendo manzanas dulces. A Perla les fascina.
Zoe: Jajaja, eso haré.
Raquel: Jajaja, Nos vemos.
Zoe: Chao amiga.
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Si usted se siente desmotivado(a), le invito a leer este artículo. Aquí hallará mensajes de ayuda y quizás, aquello que le permita ver las cosas con mayor claridad. Es una lectura ligera, enriquecedora y hecha pensando en usted.
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