Artículo «Historias de vida con mis mascotas» ☺
Desde pequeña he sentido un gran cariño y respeto hacia los animales, llegando a tener a lo largo de mi vida varias mascotas. Cada una con su propio temperamento y forma de ser.
Ellos – mis mascotas – han estado conmigo en mis momentos alegres y no tan alegres. Acompañándome en mis aciertos y en mis desaciertos. Apoyándome durante mis vicisitudes. Dándome fuerzas para enfrentar mis miedos, levantarme y avanzar nuevamente.
Quizás justo ahora te estés preguntando ¿Cómo unos animales pueden lograr tal impacto en una persona?
Bueno, mi respuesta es simple: Con el amor sincero.
Ciertamente, el amor sincero es un motivador por excelencia. Cuando uno se siente amado, y se permite amar también, lo puede todo, porque logra entender la dinámica de la vida.
Entonces, puedo decir que mis mascotas han sido mis grandes compinches de aventura y, por sobre todo, mis nobles maestros.
Por eso, en mi Instagram comparto algunas historias de vida con mis mascotas; donde ellos son los personajes principales. En aquellos cortos relatos, los presento, narro como así nuestros caminos llegaron a unirse, y también menciono los aprendizajes que me han brindado.
No obstante, para este artículo he seleccionado los dos (02) primeros relatos publicados. Espero sean de tu agrado. De ser así, estás cordialmente invitado(a) a acompañarme en Instagram (no se me da mucho emplear el término seguirme, prefiero la palabra «acompañarme» ☺).
Historias de vida con mis mascotas
1.) Historias de vida con mis mascotas: Holk en un millón
Publicado en Instagram @estelamunozz | Aquel sábado de 1987, salí como de costumbre con mi mamá; pues a esa edad yo solía acompañarla a dónde fuera.
Como era de mañana y el clima se sentía agradable, escogimos ir por el camino entre las chacras para luego salir a la avenida. Sin embargo, en el trayecto nos detuvimos de manera imprevista, sin presagiar la sorpresa que nos aguardaba.
Vimos a una vecina que estaba dando de comer a sus animales. Ella era una señora de edad avanzada, pero con un nivel de energía que ya quisiéramos tener muchos; y en su trato, era muy cordial.
Mi mamá y yo la saludamos, y ella nos hizo una seña para acercarnos.
Mientras la señora conversaba con mi mamá, yo estaba hipnotizada con los pollitos y patitos que convivían entre «píos píos» y «cua cuas» en el corral.
Creo que al ver mi fascinación por aquellos seres, la señora se dirigió a mí y me preguntó si me gustaría llevar uno.
De inmediato vi a mi mamá, ya que el respaldo afectuoso de una madre es alentador para la toma de decisiones a esa edad – yo tenía 5 años -; y al recibir la sonrisa de mi madre en atención a mi gesto, supe que contestar.
Tras una respiración profunda, miré a la señora y le contesté sin vacilación: Sí.
La vecina cubrió su rostro con un halo de dulzura, asintió con la cabeza y me invitó a escoger al animalito que llevaría conmigo.
Yo me quedé observando el corral por un instante, para luego señalar a un pequeño patito de un radiante color amarillo.
La señora lo cogió con delicadeza y me lo entregó. Por mi parte, con esa misma delicadeza, lo recibí; y más aún, agradecí de corazón por el inesperado obsequio.
Minutos después, nos despedimos de la señora y, por lo acontecido, decidimos regresar a casa para instalar al nuevo miembro de la familia.
Ahí íbamos, mi mamá, el ocurrente patito al que puse de nombre Holk y yo.
En honor a la verdad, Holk fue mi primera mascota, quien llegó a mi vida sin esperarlo; y trayendo consigo su envolvente cariño, el cual le obsequió un calorcito especial a mis días de infancia y un bello capítulo al archivo de los adorables recuerdos que resguardo en mi memoria.
Puedo decir que Holk fue un regalo de aquellos que la vida nos da de manera espontánea; atesorable y único; y nos acompañó día tras día durante el tiempo que él decidió permanecer a nuestro lado.
Ante su recuerdo, me nace agradecer, agradecer, agradecer.
¡Holk en un millón!
2) Historias de vida con mis mascotas: Reyna en mis recuerdos
Publicado en Instagram @estelamunozz | La infancia de mis recuerdos tuvo como escenografía aquel pequeño pueblo de extensas áreas de cultivo, con sus deliciosas frutas de estación, los bellos paisajes que se encontraban ingeniosamente escondidos en su territorio, y las refrescantes playas aledañas.
La infancia de mis recuerdos tuvo personajes muy especiales, vecinos de buen corazón, profesores con vocación de docencia, sinceras amistades y nobles seres. Por supuesto, cada uno de ellos tiene su lugar en mi memoria. Tan solo permítanme hacer la siguiente precisión, cuando hablo de nobles seres estoy incluyendo a los animales, pues para mí no podría ser de otra manera.
Un animalito al que quise muchísimo fue la guardiana del colegio secundario. Ella se llamaba Reyna, y era una perrita de un lindo pelaje negro azabache y ojos color miel; pero más allá de eso, ella era un hermoso ser, calmado, protector y leal.
Con mi hermano Claudio solíamos ir por las tardes al colegio para dejarle la comida a Reyna (alimento preparado por mi mamá pensando en ella). Nosotros nos hicimos de esa responsabilidad por gratitud al gesto de nuestra madre y por el cariño que le teníamos a aquella perrita.
En el camino, pasando por la chacra, nos deteníamos un instante para darle unos cuantos camotes a Boby, un perro que siempre estaba encadenado y que sus dueños dejaban en la chacra para que cuidase allí, pero su semblante tristemente evidenciaba que él no recibía las atenciones que necesitaba.
Lo bueno es que la ración nunca se veía afectaba ya que se trataba de un balde de casi 4 kilos, lleno de una sustanciosa sopa con camote y demás suculentos manjares para un can.
En el colegio, el estómago de Reyna quedaba contento tras dar con gusto hasta el último bocado, relamiendo el balde y su hocico con tamaña satisfacción. Por nuestra parte, nosotros quedábamos liberados del peso para la caminata de retorno. Aunque antes de eso, pasábamos tiempo con ella; a veces, una hora; otras veces, un poquito más.
En la infancia de mis recuerdos Reyna siempre morará; y, le agradezco por su compañía, cuidados y aporte en mi formación como ser humano.
Reyna fue la muestra viviente de la mascota que es abandonada y dejada a su suerte.
Algunos animales abandonados encuentran un nuevo hogar; otros, como en el caso de Reyna, hallan un alojamiento. Sin embargo, y me atrevo a hacer esta estimación, muchos son condenados a vivir en las calles o a morir en ellas. ¿Pensando en qué le hacen eso a sus mascotas o a los animales en general?
La vida es como es, pero claro que se puede ser y estar mejor. Lo que depende de uno tiene impacto en los demás; y finalmente, se vuelve tarea de todos. Recuerden que todo está interconectado.
Cada vez que recuerdo aquellos pasajes de mi vida, de manera automática esbozo una sonrisa nostálgica y mi corazón se regocija. Solo espero estar logrando transmitirte aquel esencial mensaje ligado al bello lazo que puede existir entre humanos y animales.
❧ Una mascota implica una gran responsabilidad
Tener un animal en casa no debe ser el resultado de una decisión basada en el capricho, la moda o el egoísmo de satisfacer una necesidad individual; porque los animales son seres vivos, sintientes, al igual que nosotros. Ellos se merecen un trato digno. Ya has leído la historia de Reyna. ¿Qué te ha hecho pensar ese relato?
Ciertamente, tener una mascota en casa debe ser el resultado de una decisión responsable, porque aquel animalito se va a convertir en parte de la familia y va a depender de sus dueños para su subsistencia.
Tengamos en claro que un animalito al ser domesticado va perdiendo su lado salvaje, siendo más vulnerable a los peligros. Justamente, a eso me refiero cuando digo que tener una mascota debe ser decidido de manera responsable.
Además, los animales son seres inocentes, carentes de malicia, que actúan en función a su instinto de supervivencia, tienen una gran capacidad para dar y recibir amor, y están llenos de sabiduría… la sabiduría de la naturaleza.
❧ Una mascota enaltece el hogar
La palabra mascota proviene del francés mascotte y se le atribuye el significado ‘Ser que te brinda felicidad con su amor incondicional bendiciendo así tu hogar’.
Por eso, cuando un animalito se vuelve nuestra mascota nos brinda felicidad, enaltece nuestro hogar e ilumina el mundo que vamos construyendo.
Entonces, una persona que descuida, maltrata o abandona a su mascota, en mi opinión, está rechazando ese amor incondicional. A su vez, se está apartando de su humanidad puesto que está dañando a un ser vulnerable e indefenso.
Pero, ¿Qué opinas tú?
Te invito a reflexionar sobre este tema y a compartir la presente lectura si así lo consideras.
Acabas de leer el artículo «Historias de vida con mis mascotas»; ¿Cuáles serán tus siguientes pasos?
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Saludos cordiales.
Buen vivir es vivir saludable
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